Estamos en días de enfrentamiento. Es triste ver como las calles, las redes y el mundo en general, se llena de etiquetas negativas que buscan atacar al otro. Ese otro que piensa diferente, que busca algo distinto o que quiere a quien creemos que no debería. Y eso hace que nuestro mundo se emponzoñe y que la basura creada llene corazones hasta ennegrecerlos del todo. Y yo no termino de entenderlo. No comprendo como dejamos que el odio se acumule en nuestras almas hasta hacernos caer en el mal. Durante años, he tratado de combatir a las malas palabras con la sonrisa y la risa. Ahora, más que nunca, hay que extender esa idea. La idea de que siempre es mejor una risa que un grito; un abrazo que un puñetazo; un alago que un insulto. Debemos llenar el mundo de buenas personas que tratan de ser mejores personas. Debemos recordar hasta que punto de maldad es capaz de llegar el hombre, para evitar caer en los horrores pasados. Dice la Biblia "Bienaventurados los limpios de corazón, por