Hay canciones que jamás pasan de moda, que nunca deberíamos olvidar por lo que dicen, lo que cuentan, lo que enseñan. Y esta es una de ellas. Además, de ser una canción única y bellísima (se me permite la cursilería); de esas tristes que tanto me gustan y que forman parte un álbum personal que titulo "Para (no) cortase las venas" y en el que agrupo todas esas letras que, con la hermosura de la poesía y la música, cuentan tanto, con tono melancólico y que, sin embargo, en su desgarro vital rezuman vida.
Ni Aragón, ni Cataluña, ni Valencia son entidades anteriores a la Edad Media. Hasta 1163, con Alfonso II, no se distinguirá entre reino y corona de Aragón. En la Corona tendrán cabida todos los reinos, condados y señoríos que guardan algún tipo de dependencia con el rey aragonés. Esta existencia de diversas entidades autónomas en muchos aspectos, solo es entendible desde la expansión territorial a costa de los reinos musulmanes del sur. En esa expansión los nobles irán recibiendo tierras y beneficios. Expansión que acabará chocando con la realizada por el condado catalán. Con respecto a Cataluña, entrará a formar parte de la corona después del casamiento de Petronila (hija de Ramiro II de Aragón) con Ramón Berenguer IV, conde de Cataluña, quien, a pesar de ejercer como tal, no toma el título real. Durante el siglo XIII la Corona de Aragón continúa con su política expansionista hacía el norte, pero tras el Tratado de Almizrad de 1244 y la derrota de Pedro el Católico en Muret,
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