¿Qué relación hay entre la situación económica actual y el mercado audiovisual marcado por un constante cambio?
El mercado de la televisión vive en una permanente incertidumbre ocasionada por constantes oscilaciones y cambios de rumbo que impiden el asentamiento de la industria audiovisual y la construcción de un marco estable y equilibrado para afrontar los objetivos marcados e impulsar el desarrollo de la producción audiovisual.
Por un lado, los agentes intermediarios en la
venta de derechos de emisión y las grandes distribuidoras internacionales han
realizado su agosto particular, mientras que las empresas españolas de
producción y servicios, —que preveían una reactivación con la aparición de
nuevos canales de televisión—, han visto cómo el mercado se ha contraído por
los efectos de la competencia y por la inflación de algunos costes técnicos. Y
el cambio viene arrastrándose desde el año 1992, cuando la crisis internacional
comenzó a mostrar sus primeros síntomas.
Como consecuencia, la inversión publicitaria se redujo en términos reales y la rentabilidad del negocio de la difusión se estrechó. La respuesta de las cadenas de televisión ha sido desde entonces el abandono de la producción de ficción alto coste, el impulso de nuevos programas de bajo coste como los concursos, los reality shows y los talks shows. Que, sin embargo, en los últimos años comienza a remontar, destacando la inversión los grandes grupos de televisión en la producción cinematográfica.
Cabe, entonces, preguntarse ¿a influenciado la
situación de crisis actual en el mercado audiovisual? Y la respuesta se antoja
sencilla sin serlo: sí. Pero solo en parte. A afectado en el campo
publicitario, en el que las empresas se han visto obligadas a reducir costes,
uniéndose esto la apertura del mercado a nuevas cadenas televisivas, bien en
abierto a través de TDT, bien privadas a través de las grandes plataformas de
pago (ONO —comprada recientemente por Vodafone— y Movistar+) y las nuevas
plataformas digitales (Netflix).
Cabe entonces preguntarse si el problema del
sector audiovisual es la crisis económica actual o se trata de un cambio de
tendencia en los modos de consumo. Y la respuesta se antoja complicada. Es
cierto que la crisis ha terminado con algunos hábitos de consumo de ocio en
España, así, por ejemplo, los espectadores al cine se reducen año a año
—salvado el descenso total gracias a los taquillazos
de las superproducciones americanas y a eventos puntuales como la Fiesta del
Cine—.
Pero no ocurre lo mismo con la televisión. Así,
los datos aportados por Kantar Media y recogidos recientemente en el periódico
Cinco Día[2] muestran
que la audiencia en la televisión de pago ha crecido en España un 40% en apenas
dos años —aunque no debe obviarse el hecho de que se vinculan, también, a las
plataformas de telefonía e internet—.
Entonces, si ha subido la audiencia de las
televisiones privadas ¿podemos hablar de crisis en el sector? La respuesta es
sí, ya que una gran parte de la producción audiovisual consumida en España
proviene de segundos países, principalmente Estados Unidos e Inglaterra.
Reduciéndose la producción propia a programas de entretenimiento de bajo
presupuesto (comparado con otras épocas), concursos como Gran Hermano,
Supervivientes, Adán y Eva —que juegan con el morbo y con el espectador para
lograr grandes réditos económicos mediante las votaciones telefónicas— y series
que, salvando excepciones (Isabel, El Ministerio del Tiempo) requieren de bajos
presupuestos (no baja calidad).
La media de espectadores que han tenido las
apuestas televisivas este año 2015, nos muestran las tendencias que se siguen
actualmente: Vis a vis (19% de cuota media, 3.5 millones de espectadores),
Alatriste (7,2%; 1 millón), Aquí paz y después gloria (9,9% y suspendido al
cuarto programa), Bajo sospecha (19,9%; 3.5 millones), Cuéntame un cuento
(12,7%; 2.3 millones), El Ministerio del tiempo (12,3% y 2.5 millones), Algo
que celebrar (14,3%, 2.5 millones), Anclados (20%), Allí abajo (22,5%, 4.3
millones), Refugiados (7%, 1.4 millones), Víctor Ros (11,7%, 2.3 millones).
Los gustos en series han cambiado y ahora el
espectador es más critico con lo que ve. Dos casos pueden servirnos de ejemplo
para lo que tratamos de defender: El Ministerio del Tiempo y Alatriste. La
primera llegó a la parrilla como un soplo de aire fresco, la apuesta de TVE por
una ficción diferente que, sin embargo, no lograba calar en la audiencia
tradicional —esa que enciende el aparato de televisión a la hora estipulada
para ver “su programa”— pero, sin embargo, ha tenido una gran repercusión en
redes sociales convirtiéndose en la ficción española más compartida en las
redes y pudiendo ser encontrada en servidores piratas con subtítulos en inglés, portugués, francés o polaco, por
citar algunos ejemplos. La propia productora hablaba de los problemas derivados
de la falta de fondos y de los usos de las nuevas tecnologías para enfrentarse
a ellos al menor coste posible. Por su parte, Alatriste partía como la gran
producción patria del año, con un elenco internacional y rodada en escenarios
naturales en Polonia —en parte para ahorra en costes— encontrándose con un
fracaso total que se preveía de antemano.
¿Qué ha diferenciado a ambas? El impacto en las
redes sociales. La audiencia potencial y el impacto mediático de una y otra han
sido inversamente proporcionales. Mientras a la primera le llovían las criticas
positivas, la segunda solo recibía rechazo. El punto culmen de este nuevo
modelo televisivo llegaría cuando TVE anunciará que, como Víctor Ros, tampoco
El Ministerio del Tiempo no tendría segunda temporada. En ese momento las redes
se movilizaron solicitando una segunda temporada que, finalmente, se ha
confirmado.
El caso nos muestra los cambios de tendencias
actuales. En la sociedad del aquí y ahora, en la que los medios técnicos nos
permiten ver en directo una serie en el mismo instante que se está emitiendo en
la otra punta del mundo, la televisión tradicional ha perdido razón. El
espectador actual no quiere esperar a ver, ni quiere tener que ver en un
momento concreto, desea verlo cuándo y cómo quiera. Esto supone,
necesariamente, que la producción audiovisual deba cambiar sus modos: es
necesario adaptarse al nuevo consumidor que busca ideas novedosas, pero también
calidad. Ya no vale cualquier cosa, la oferta se ha multiplicado por mucho y es
necesario destacar sobre el resto.
Ocurre con programas que de escasa calidad como,
en el caso de Canal Sur los presentado por Juan Ymedio o, en la televisión
nacional, las entrevistas de Bertín Osborne. Ambos buscan su target de
audiencia en la población de cierta edad y menor nivel de estudios. Similar es
el caso de Tele5 (Mediaset en general) que tiene su cuota de audiencia en los
seguidores de programas pseudo-sociales (Gran Hermano, Adán y Eva,
Supervivientes, Cambio radical…) y del corazón (Sálvame en sus diversas
ofertas).
¿Estamos, entonces, ante una crisis del sector
motivada por la crisis económica? La respuesta, desde mi punto de vista, es no.
No es la economía lo que ha motivado los cambios
en la producción sino el exceso de oferta en abierta para una tarta
publicitaria que debe repartirse entre muchos más pero, además, se ha producido
un cambio en los modelos de consumo. El nuevo espectador acude a internet ya
sea para ver la oferta televisiva de forma legal o ilegal. Los grandes éxitos
extranjeros son ahora consumidos con antelación y la producción nacional no
parece adaptarse a las nuevas necesidades: alta calidad en la producción y la
interpretación, novedad en las tramas, menor duración —sobre todo si tenemos en
cuenta el aumento del tiempo debido a la publicidad—.
Así, el problema no recae tanto en la crisis
económica como en los cambios de hábitos del espectador medio, que
necesariamente debe conllevar un replanteamiento del sector para adaptarse a
los cambios.
[1] Bustamante, E., "Concurrence et service
public", ponencia presentada en Colloque Sociologie de la Télévision en
Europa, organizado por CDR Communication, CNRS-CNET, 24-25 de enero de 1991,
París.
[2] Gallardo, Antonio: “¿Llegó la hora de la televisión de pago en
España?” en Cinco Días, edición
digital, 24-IX-2015. Consultado en http://cincodias.com/cincodias/2015/09/24/finanzas_personales/1443108239_515097.html.
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