Lo primero que sorprende es una carta no muy extensa, con una veintena de platos -que refuerzan esa idea de "si no sabes para que te metes" que me asalta cada vez que me enfrento a centenares de opciones para comer- sencillos y claros: ensaladillas, croquetas, pollo,... que aparecen en la mesa con una magnifica presentación y en, más importante aún, con cantidad suficiente para reponer fuerzas después de subir los 2'5 millones de escalones (escalón arriba, escalón abajo) de la Mina Secreta del Rey Moro. Ahora ¡ten cuidado con lo que pides! pues un salmojero andaluz, por arte de magia, se convierten en "papas aliñas" en una Ronda independiente. Aunque solamente se encontraba abierta una parte del local, la visita al interior muestra una inmensa cristalera con vistas al río -no al puente- y la sierra, y una zona más pensada para copas que para comida. Decorado con sofás, estanterías y zapatos de diseño de todo tipo y tacón. Lo mejor: 1º.- La calidad d
Blog personal del historiador y escritor Javier Fornell. Un viaje por una vida pasada, futura e imaginada.