En el país de la hipocresía una parte de la falsa izquierda anticapitalista se alegra desde las redes sociales de la muerte de un cooperante, tan sólo por haber sido sacerdote.
Un cura que, durante 30 años, ha estado al lado de los más necesitados, de los enfermos, de los marginados. Y que ha terminado pagando con su vida.
Pero eso no importa: la izquierda progresista española, la que arregla el mundo a clicks de ratón desde su Mac, lamenta que el Estado haya gastado en traerlo, no se pregunta cuánto ha ahorrado este hombre a los estados y, sobre todo, a sus propias conciencias.
Comentarios