Llevo unos meses trabajando con la Dra. Mercedes Agulló en
su estudio sobre impresores madrileños. Y lo cierto es que, lo mejor de todo,
es lo mucho que voy aprendiendo sobre el mundo de los libros. Cierto que el
trabajo es sobre Madrid; pero Mercedes es una enciclopedia andante a la que, en
no pocas ocasiones, saco de quicio con mi falta de conocimientos. Pero mientras
ella me riñe entre bromas, yo aprendo. Lo suficiente como para saber que el más
importante Juan (de la) Cuesta que ha dado este país, no es el famoso
presidente de la comunidad de vecinos más loca de la televisión; sino el
impresor del Quijote.
Además de su labor como impresor, también fue autor del Libro y Tratado para
enseñar leer y escriuir breuemente y con gran facilidad correta pronunciación y
verdadera ortographia todo Romance Castellano, y de la distinción y diferencia
que ay en las letras consonãtes de vna a otras en su sonido y pronunciación (1589); quizá algo tuviera que ver el hecho de que, desde el
año anterior, hubiera comenzado a imprimir las obras de Covarruvias. Fue en su imprenta de la calle de
Atocha, nº 87 (hoy de la Sociedad Cervantina) donde se realizó la edición
príncipe del Quijote.
Y saber esto es algo que no me aporta nada a mi vida diaria y que sin embargo
me permite sentir que sigo ampliando mis conocimientos sobre otras cosas. Ya
saben que soy un amante de la historia, que es mi pasión y mi profesión; pero
cada día me doy dando cuenta de que es mucho más. Es mi vida, una pareja celosa
que no me permite verme con otras. Y quizá dentro de unos años sea un ser
extraño, huraño, encerrado entre libros y legajos; pero aún así, sería feliz,
pues mi paraíso es y será una gran biblioteca en la que podré sentarme con Juan
de la Cuesta y preguntarle porqué cometió tantos errores en el Quijote,
mientras Cervantes me niega que no pudiera pagar el encargo.
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