Como la noche sigue al día, las semanas transcurrieron tranquilas. Tan sólo los hermanos de Santa María do Porto mostraban su preocupación por la desaparición del prior, pero la llegada, en la madrugada del décimo tercer día del cuarto mes del año de tropas moras desde Málaga acallaron los rumores. El cielo se iluminó de rojo reflejando las llamas de los campos de Jerez y los gritos de angustia surcaron los mares desde Santa María hasta Cádiz. Guillén ensilló su caballo, presto a salir en ayuda de sus vecinos, como también habrían hecho los caballeros jerezanos. Las campanas de Santa Cruz tocaron a rebato y el medio millar de hombres que poblaba la ciudad corrió a armarse. Si los moros tomaban Santa María, Cádiz no estaría segura. Miquel corrió hacía las murallas, el asalto a la ciudad por don Alfonso las había dejado maltrechas y no eran pocos los lugares que aún mostraban signos de ruina. Varias noches atrás habían sido asaltados; no quería ni imaginar lo que ocurriría si los
Blog personal del historiador y escritor Javier Fornell. Un viaje por una vida pasada, futura e imaginada.