Decir que soy católico a estas alturas de la película –o del blog- es absurdo. Es lo que soy y nunca lo he escondido. Pero ahora, cuando parece que ser católico se convierte en un lastre social irreparable, cuando ciertos sectores de la sociedad y la política ven el ataque al católico como una forma de reivindicar su progresismo, yo me veo casi en la obligación de elevar la voz y dejar claro que soy católico, que estoy orgulloso de ser seguidor de Cristo, porque sus enseñanzas hablan de amor y libertad, de cuidar y defender al prójimo; habla de solidaridad y tolerancia.
Precisamente esos que ahora atacan la Iglesia lo hacen defendiendo esa misma tolerancia y yo me pregunto ¿qué tolerancia hay en insultar las creencias de los demás? ¿Es desnudarse y mancillar un altar? ¿en zarandear a las personas que no creen como uno? ¿Qué tolerancia hay en creerse superior a quién cree algo diferente? Ninguna, por supuesto que no lo hay. Se nos acusa a los creyentes y la Iglesia (¿Qué es esta sino un conjunto de creyentes?) de todos los males del planeta. Se mete en el mismo saco a millones de personas por los pecados de unos pocos; se nos tacha de retrógrados y fachas. Pero no debemos olvidar que el fascismo se caracteriza, entre otras cosas, por la intolerancia; esa misma de la que hacen galas muchos progres españoles.
Por eso me hace gracia que sean justamente los más intolerantes los que me acusen. Y, al final, he llegado a la conclusión de que atacan mi fe (y no otras que denigran a la mujer, por ejemplo) por el simple hecho de que, además de intolerantes, son cobardes. El complejo propio del católico español le ha hecho callarse durante mucho tiempo, pero va llegando el momento de levantar la voz, de decir alto y claro que YO SOY CATÓLICO y estoy orgulloso de ello. Que no pagaré por pecados de otros, que esos los denunciaré sin juzgarlos porque no estoy libre de pecado tampoco. Que conozco los males que afectan a mi Iglesia y que lucho por solucionarlo desde dentro porque, a pesar de ellos, hay muchas más cosas buenas que malas dentro. Porque las enseñanzas de Cristo siguen vivas y se pueden ver cada día en la labor callada de una Iglesia que esconde sus bondades, una Iglesia formada por millones de personas que, cada día, luchan por cambiar el mundo, por acercar el Reino a esta tierra mortal.
Y desde hoy, yo, cada vez que vea que alguien ataca mis creencias, me defenderé. Es mi obligación y mi derecho. Mi derecho para defender mis creencias, mi obligación con todos esos que trabajan desinteresadamente en muchos lugares del mundo, que dan su vida por los demás, que son los últimos en abandonar el barco.Y ánimo todo aquel que piense igual a elevar la voz con una sola frase:
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Pero, además, hay otro factor. La Iglesia ha evolucionado y en este siglo XXI la jerarquía es una parte ínfima de la Iglesia y que el nucleo fuerte son los fieles, esos que trabajan en sus casas, en sus trabajos, en sus ciudades... sin necesidad de alzacuellos ni velo para intentar hacer un mundo mejor siguiendo las enseñanzas de Cristo.
Dicho esto. Lo que no es de recibo, y esto es lo que critico, es que a mi se me acusen de los pecados del pasado -o del presente pero cometidos por personajes con nombres y apellidos- y que además esas acusaciones vengan acompañadas de actos de violencia y escarnio. Cualquier critica dialogada es positivo, porque ayuda a mejorar. Colarse en una capilla, desnudarse en el altar y zarandear al cura entra dentro del vandalismo, exactamente igual que si se hiciera algo similar en un acto del PC y eso no se puede permitir. Porque por encima de todo debe estar el respeto al que piensa diferente.
Por ejemplo: Unos-as manifestantes protestaban por la existencia de una capilla en la Complutense de Madrid, para ello entraron en el templo y se desnudaron todos-as de cintura para arriba, ¿podrian hacerlo y salir sin que les pasase nada, por ejemplo en cualquier mezquita de nuestro pais?
No aplaudo la acción de protesta pero sí el fondo de la cuestión. El hecho de haber crecido dentro del llamado Nacional Catolicismo nos lleva a ver como normales cosas que en realidad no lo son. No debe verse como un ataque las manifestaciones que reclamen la supresión de las prebendas de la doctrina católica en la enseñanza pública, no hay que atajar de esa forma la posibilidad de disentimiento de los aconfesionales.
Y espero que no veas en mis palabras una agresión a la fe que profesas. Sé positivamente que sois buenas personas y que también os alegráis de que haya una niña en San Fernando que se haya salvado de un tumor gracias a la investigación con las células madre y a la sangre del cordón umbilical, por ejemplo.
Y al Sr. Coronel decirle que las barbaries de otras congregaciones de devotos no se usan como pretexto de presunta cobardía, la vida vale mucho aunque solo sea por ver el gol de Iniesta…
No obstante, admiro la labor social que siempre ha realizado la cristiandad de base.
Saludos afectuosos para todos.
Pero, y aún habiendo pasado el tiempo, deseo contestarte.
En primer lugar estoy de acuerdo que la religión debe estar fuera de la enseñanza pero ¿acaso obligan a entrar en la capilla? Por supuesto que no, es el lugar de reunión de determinados universitarios ¿si la tuna puede tener espacio propio, porque no ellos?
En segundo lugar, ¡Dejese de nacional catolicismo!. Los colegios concertados (supongo que de ahí las prebendas) no tienen porque tener un ideario católico, aunque sean en su mayoría católicos. Eso no es culpa de la iglesia, y mucho menos de los padres que deseen que sus hijos se eduquen en ellos.
Si lo dice porque sé de religión en los colegios publicos, estoy de acuerdo, no debería hacerse.
Repescto a las nuevas investigaciones, no es mi campo y no sé como van, se escapan de mi entendimiento, pero debemos alegranos de cualquer vida salvada. POr cierto, la Iglesia se opone al uso de embriones, no del cordón umbilical.
Y, por último Juan: No existe cristiandad de base, existe Iglesia -que no es sinonimo de jerarquía-