Vaya por Dios, he perdido la divinidad. Hace tiempo que había notado que comenzaba a alejarme del Olimpo de los dioses, pero ahora, llegado noviembre, se culminado el proceso. Yo, dios carente de frío, comienzo a sentirlo en mi cuerpo y eso no está bien. Llevo años habituado al calor, y ahora me ocurre esto. ¡Repanochas! No estoy preparado. Para nada. Creo que mañana tendré que ir a buscar un abrigo, porque con la perdida de divinidad mi cuerpo ha descubierto los estados medioambientales. Y debemos estar en plena glaciación porque yo estoy plenamente congelado.
Ni Aragón, ni Cataluña, ni Valencia son entidades anteriores a la Edad Media. Hasta 1163, con Alfonso II, no se distinguirá entre reino y corona de Aragón. En la Corona tendrán cabida todos los reinos, condados y señoríos que guardan algún tipo de dependencia con el rey aragonés. Esta existencia de diversas entidades autónomas en muchos aspectos, solo es entendible desde la expansión territorial a costa de los reinos musulmanes del sur. En esa expansión los nobles irán recibiendo tierras y beneficios. Expansión que acabará chocando con la realizada por el condado catalán. Con respecto a Cataluña, entrará a formar parte de la corona después del casamiento de Petronila (hija de Ramiro II de Aragón) con Ramón Berenguer IV, conde de Cataluña, quien, a pesar de ejercer como tal, no toma el título real. Durante el siglo XIII la Corona de Aragón continúa con su política expansionista hacía el norte, pero tras el Tratado de Almizrad de 1244 y la derrota de Pedro el Católico en Muret,
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