William estaba abatido. No comprendía porque ahora todas las miradas se fijaban en él. Había sido un accidente. Jamás quiso disparar a su padre. Es más, el disparo se produjo cuando intento evitar que el reverendo le matase. Nadie podía acusarle de nada ¿porqué el pastor no contaba la verdad? Las carreras volvieron a los pasillos, el doctor Magon se detuvo junto al sargento Joseph, su rostro ceniciento aventuraba malas noticias. -Sir Walter no ha resistido. No he podido hacer nada- se miró la levita manchada de sangre-. La herida era demasiado profunda, he podido sacar la bala, pero no he logrado detener la hemorragia y ha perdido la conciencia. -¿Qué has hecho William? ¿cómo has podido asesinar a tu propio padre?- William se giró sorprendido ante las preguntas del reverendo -¿podrás vivir con esto? -No he hecho nada- susurró antes de gritar -¡HAS SIDO TÚ! -¿Alguien puede explicarme qué ha pasado?- pregunto el sargento Joseph que aún no había logrado comprender qué estaba sucedien
Blog personal del historiador y escritor Javier Fornell. Un viaje por una vida pasada, futura e imaginada.