Es cierto. La primavera altera ánimos y estados. Entontece los sentidos y enfada al tranquilo. Y yo lo soy, un ser tranquilo, casi inalterable. Sonriente, monocorde y feliz con la vida que me toca. Independiente, singel, se dice ahora, y a mucha honra. Pero empiezo a hartarme. No puedo más. Esto tiene que llegar a su fin. La primavera no ha hecho más que empezar, pero ya florecen los nicks y los estados varios de mis amigos enamorados. Y ¡pardiez! es nauseabundo. Dígale usted lo que desee a su novia, pero no sea hortera. No lo escriba en tablones de Face o tuenti. A nadie le importa lo mucho que usted ama a su “pitraquito de arroz”. No nos importa, no nos interesa, que lo único que desees ver cada mañana sea el rostro de tu “terronzito de hielo”. Ni que suspires a cada minuto por el hombre/mujer de tu vida. No te engañes, no lo has encontrado.
Sí, puede que ahora te sientas feliz por casarte (y dejar a los amigos lejos de tu boda ¡y van tres!, que diría Cabeza), pero piensa que yo ahora disfruto de mi vida, de mis amigos y de mi dinero y que, cuando tú estés triste por el divorcio o por lo pesado que es vivir con niños, puede que yo esté viviendo tu felicidad. Pero con más años, más cerca de la muerte y más lejos del divorcio.
Sed felices, pero no decirlo.
Comentarios