No lo puedo remediar. Estoy profundamente enamorado. Llevo dos días con el ordenador encendido. El msn abierto, y la pequeña ventana que muestra su rostro activa, aunque la dueña de la foto esté inactiva. Y es por culpa de esos ojos oscuros que dicen tanto. Aún en una simple foto en blanco y negro. ¡Sus fotos no necesitan color! las ilumina con su belleza, con el pelo negro cayéndole suavemente sobre la frente. Con su sonrisa pensativa y su rostro dulce. No puedo evitarlo. Estoy profundamente enamorado, y profundamente triste. Porque es un amor no correspondido. Por mucho que grite a los cuatro vientos que deseo estar cerca de ella, sé que sólo tras mi muerte podré gozar de acercarme hasta ella, no ya de rozar su piel, pues mi cuerpo y el suyo habrán quedado marchitos en alguna tumba terrenal. Pero eso no evita que lo diga, que lo grite para que todos los sepan: mantengo todas las ventanas de mi ordenador abierta sólo por ver tu rostro. Por que te quiero... Audrey... lastima que estés muerta.

Ando leyendo "Niebla" de Unamuno, y su frase Nihil cognitum quin praevolitum (Solo se conoce lo que se desea) me ha llamado la atención por la verdad que se esconde tras ella. Yo también, como don Miguel, creo que sólo el deseo nos hace crecer, conocer, amar, avanzar. Mientras que desear lo conocido nos convierte en conformistas estancados en nuestras vidas. Nos impide abrir nuestras mentes y mirar más allá de nuestros limites existenciales.
Desear algo, luchar por conseguirlo, o construirlo con tu propio sudor, es el verdadero motor del crecimiento humano. Y, cuando ya lo conoces y sabes si es lo que buscabas o no, hay que seguir adelante. Así, hasta el último día de nuestras vidas.
Sin pensar si lo alcanzado terminó en fracaso o triunfo ya que, cada deseo conocido, nos hará más ricos, sabios y. por tanto, mejores. Nos habrá obligado a avanzar conociendo nuevas metas, abriendo nuevos caminos. Así que, como Augusto, yo también me digo en mi vida Nihil cognitum quin praevoli…
Desear algo, luchar por conseguirlo, o construirlo con tu propio sudor, es el verdadero motor del crecimiento humano. Y, cuando ya lo conoces y sabes si es lo que buscabas o no, hay que seguir adelante. Así, hasta el último día de nuestras vidas.
Sin pensar si lo alcanzado terminó en fracaso o triunfo ya que, cada deseo conocido, nos hará más ricos, sabios y. por tanto, mejores. Nos habrá obligado a avanzar conociendo nuevas metas, abriendo nuevos caminos. Así que, como Augusto, yo también me digo en mi vida Nihil cognitum quin praevoli…
Comentarios