
“Lo que se observa tener de particular es lo siguiente. La cabeza monstruosa, y en el sitio de la Bregnia, ó Mollera, tiene una tumorosidad, que se discurre una Esnia. En el Ojo derecho se le apercibe una Eminencia, de la que sale una Cuerda, a la manera de Latigo; el Ojo Izquierdo es un Agujero. La Oreja derecha parecida a la de un cerdo. La oreja izquierda es regular, y tiene tres berrugas. En el lugar de las narices se le observan dos agujeros sin hueso ni división. La voca imperfecta. Los carrillos los tiene con algún bello y en el derecho tiene cuatro agujeros, que representan otras tantas bocas. La cabeza cubierta de pelo de una pulgada de largo, negro y aspero como el de los cerdos. El cuello no se le distingue por ser sumanente corto, y del mismo ancho que todo el cuerpo. En el sitio del brazo derecho tiene una eminencia, como dos dedos de ancho y cuatro de largo, la cual está unida al ojo del mismo lado. De la parte media de esta eminencia le sale otra parecida al huevo de una paloma. El brazo izquierdo es más largo de lo regular y en la mano tiene ocho eminencias, o berrugas, que representan otros tantos dedos. Todo lo largo de la espalda está cubierto de bello. En la parte inferior de los lomos tiene como cuatro dedos de largo sin hueso, que parece rabo. En la pierna derecha parece tener hecha la amputación en la parte superior, con su muñón críado. La pierna izquierda por la parte media y superior está fracturada y vuelta para arriba; y en el sitio del pie solamente tiene un dedo bien grueso, el cual desde su mitad, está vuelto para abajo y remata con una pequeña uña. Vivió siete horas y recibió el agua del bautismo. Y se conserva su cadaver en el Colegio del Real Hospital de la dicha ciudad”
Sin lugar a dudas, el nacimiento del niño debió causar gran revuelo y serían muchos los cientifico que acudiesen al Colegio del Real Hospital a estudiar un cádaver que, creo y casi espero, hoy está perdido. Y mayor aún el miedo que debió extenderse por la ciudad, presagio del mal: el niño monstruo nacido de mujer. Pero su pronto bautizo desecha la idea de mi cabeza, al menos, a ojos de su madre y de los sacerdotes de la villa, aquel ser, como otros muchos nacidos con malformaciones, era hijo de Dios y no mal que debierá ser erradicado. La propia naturaleza se encargó del resto y 7 horas después de ver la luz, cerró sus ojos para siempre.
Comentarios
Es curioso poder aplicar mis conocimientos de ahora a un relato de hace siglos. Como detalle, seguramente aquella pobre mujer no comía ni tan solo pescado.
Y pescado sería de lo que más tomase en Cádiz, si es que podía acceder a él. Tendría problemas con el agua y con la carne.