Pero, más allá de la historia que narra, están las historias que se insinúan. Márquez no puede negar que es cinéfilo, y aquel que guste del cine encontrara en sus páginas recuerdos de la década dorada del celuloide. Otros, como yo, no podrán más que comparar a la pareja de detectives con los geniales Sherlock y Watson, o ver en Aberline a un India Jones maduro.
Aunque no puedo evitar decir que nunca, jamás, se debe empezar una historia con un asesinato tan macabro como el que nos invita a participar en la Fiesta de Orfeo porque al final, el pobre lector, no podrá más que seguir página a página, esperando una pausa que no llega hasta el final de la novela, deseando conocer si, la máldita película acabará por repetir su primera gran orgía de sangre.
Sólo un pero a esta novela: No se puede crear un personaje como Aberline y esperar que locos como yo no pidan nuevas aventuras del ex sacerdote, con su racionalismo, su ironía y ese aspecto antisocial que se deja ver en sus formales vestimentas. Siento decirlo pero ¡quiero más!
Comentarios
También a mí me gustaría que tanto Aberline como Carmichael y su compañero vivieran nuevas aventuras. Veremos qué les depara el destino.
Un abrazo fuerte