Son las 2.05 de la mañana, estoy sentado en el porche de mi casa con unos amigos hablando del viaje que haré este verano por centro europa con una encantadora familia suiza que nos enseñará el país.
Son las 2.05 de la mañana. Ayer estaba tumbado en la cama, mirando el techo de mi habitación mientras el sudor recorría mi cuerpo. Hoy una de mis amigas, a mi lado, se cubre con una manta mientas miramos el cielo. Hace incluso frío. Estoy a menos de 30 kilometros de la ciudad, en la urbanización en la que viví y crecí.
Hoy he jugado en la playa, de inmensa arena, como si tuvieramos 15 años. Ahora comemos palomitas, y bebemos unos güisquis. Ya no tengo calor. La maldad se ha escapado entre la sombra de los pinos y las olas transparentes del atlantico conileño.
No puedo invitarles a todos, pero les diría que se vengan al paraiso...
Son las 2.05 de la mañana. Ayer estaba tumbado en la cama, mirando el techo de mi habitación mientras el sudor recorría mi cuerpo. Hoy una de mis amigas, a mi lado, se cubre con una manta mientas miramos el cielo. Hace incluso frío. Estoy a menos de 30 kilometros de la ciudad, en la urbanización en la que viví y crecí.
Hoy he jugado en la playa, de inmensa arena, como si tuvieramos 15 años. Ahora comemos palomitas, y bebemos unos güisquis. Ya no tengo calor. La maldad se ha escapado entre la sombra de los pinos y las olas transparentes del atlantico conileño.
No puedo invitarles a todos, pero les diría que se vengan al paraiso...
Comentarios
Por eso toca disfrutar de junio, donde estamos los autoctonos y todo sigue siendo mas familar