Saben, soy de buen comer. No puedo negar la realidad. Uno de los grandes placeres de esta vida es la de llenar el gaznate con buena comida y, a ser posible, hacerlo en buena compañía. Y lo cierto es que suelo hacerlo -llenar el gaznate- con bastante frecuencia y en diversos lugares. Tantos que al final he podido llegar a una conclusión irrefutable: la verdad que diferencia una venta de un ventorro.
Lo que convierte a ese lugar asqueroso y alejado de la mano de Dios, en un lugar digno en el que comer. Donde el cuidado y el esmero llega a todos los rincones y donde puedes saber qué lo que comes es lo que comes. Les hablo, por supuesto de la verdadera marca de calidad de las ventas a las que van. Únicamente han de entrar en el baño y, si tienen la suerte de toparse con él, sabran que están en buen lugar:
Lo que convierte a ese lugar asqueroso y alejado de la mano de Dios, en un lugar digno en el que comer. Donde el cuidado y el esmero llega a todos los rincones y donde puedes saber qué lo que comes es lo que comes. Les hablo, por supuesto de la verdadera marca de calidad de las ventas a las que van. Únicamente han de entrar en el baño y, si tienen la suerte de toparse con él, sabran que están en buen lugar:
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