Realmente es para tenerle miedo. Nidia cada día se hacía más cruel. Más retorcida. Y aquel día en su casa lo demostró. -Es imposible. No se me ocurre nada de este libro que nos sirva para acabar con el ínclito. Más allá de vampirizarlo o clavarle una estaca. -Tate, yo no le clavo nada- Me dio la risa, que se le va hacer. -Si que lo hay –dijo Nidia leyendo un breve capítulo. El encuentro entre Edward y Bella en un prado lleno de flores. -Vale –dijo Cecia- Nos lo ligamos, buscamos un prado y le dejamos morir al sol y le llenamos el cuerpo de cristales para que brille. -Yo no me lo ligo. Lo siento pero no ¡QUE NO! que por ahí no paso. Ni pasaré. Me niego. reniego... mira... que no... que es moreno -Déjalo, Daira, al final, lo harás- le dije con resignación -No iba por ahí. -¿NO? – preguntamos al unísono Cecia, Daira y yo. -No, pensaba en flores. -¿Ein? Y la maquinaría infernal se puso en marcha. D. Arturo había sobrevivido a guerras inhumanas, pero estaba claro que nada podría hacer co
Blog personal del historiador y escritor Javier Fornell. Un viaje por una vida pasada, futura e imaginada.