-No es Hathaltoy, Actaeon, no es Hathaltoy.
Actaeon lo miró, dudando de sus palabras pues sus ojos habían visto la verdad. Pero no era menos cierto que en el aura de aquel ser no había reconocido al prestigioso Príncipe.
-Ya están aquí. Necesitaré algo de apoyo para contenerlos– Dejo caer las palabras al viento, sin dirigirlas a nadie en concreto y siguió caminando hacia el tumulto, observando como Setsuna y Sha-ab ya corrían a su lado. Incluso Evincar, el ahora tabernero, parecía dispuesto para la guerra.
Observó al garou, segundos antes de que Setsuna pasase por su lado, y vio como desapareció instantáneamente, como si solo hubiese sido producto de una presencia omnipresencia.
Pero Actaeon apareció a unos metros del cementerio, no ya en su forma antropomorfa sino con su aterradora silueta lobezna. Un lobo de gran fuerza, de pelaje negro azabache, cuyas puntas finalizaban en ardientes tonos rojos y carmesí. Con unas fauces feroces de marfilados colmillos y ojos de matiz tan sangriento que casi no podían verse.
Comenzó a merodear el cementerio frikigardiense, comprobando la veracidad de las palabras de los humanos, y cuanto de necesario era que tomase su verdadera forma. Y descubrió que todo había comenzado. La guerra estaba dentro de la propia ciudad y los muertos campaban por las calles. Y entre ellos podían observarse nigromantes, y fuera de las murallas se escuchaban ruidos propios de los grandes ejércitos. Junto al lobo, un capitán con la librea de Ankber se preguntaba en voz alta como aquello podía ser posible, como habían llegado ¡tan pronto!...
Comentarios
Siempre estoy, aunque no parezca, al tanto xDD
Cuidate Hat, y ya te envie el privado en frikigard, haber cuando continuas la partida
Cuidate, un saludo! ;)
Luego leere el privado y sé, Acta, que siempre estarás vigilante desde tu atalaya.