La navegación fue relativamente tranquila hasta Barcelona. Algún que otro encuentro con barcos aragoneses que fue resuelto con la brutalidad habitual en los hombre de Cabrón. Pronto las dos fustas dirigidas por Pedro se pusieron a la cabeza de la expedición. No sé decirles como, pero poco a poco el prestigio del capitán fue llegando a los otros navíos y, antes de llegar a las costas de Mallorca ya eran ocho las naves que seguían las ordenes de Pedro. Al llegar a Barcelona otras cuatro naves se habían unido a las Besada y la Vieja Mora. Y Pedro era reconocido como almirante de aquella pequeña flota de piratas. Pero lo que no podíamos esperar es lo que nuestros ojos vieron: el puerto estaba cerrado por una flota de galeras aragonesas y el Infante portugués no había logrado reunir una gran armada. Además de los trece navios comandados por Pedro, Fregosso había logrado reunir otras quince naves. Y Pedro de Portugual había enviado tres galeras. Pero ni una flota el doble de grande hubiera
Blog personal del historiador y escritor Javier Fornell. Un viaje por una vida pasada, futura e imaginada.