-¿Por qué no?- Preguntó el nazi
-Porque aquí no tenemos de ese tipo de piezas.
Vuelta a empezar. Recoger todas las piezas y mirarlas nuevamente una a una. Y eso, que quieren que les diga, aburre y mucho. Así que buscamos nuevos entretenimientos: darle nombre a una calavera que se quedo en la mesa con nosotros. Enviar al Nazi a buscar comida y, a la vuelta, bloquearle el ascensor para dejarlo encerrado –los que conozcan el Museo de Cádiz sabrán que ese ascensor es la única forma de acceder a aquel despacho- y, por supuesto, reírnos, cantar e insultarnos.
Recuerdo que el segundo día de prácticas llegué tarde. Al entrar en el Museo había un grupo de escolares, todas féminas y uniformadas provenientes de algún colegio bien –el del Opus-. Con sus, absolutamente escandalizadas, profesoras quejándose en la entrada. Intenté comprender que provocaba tanto alboroto:
-Negro de mierda, mira como está la calavera de tu padre…
-Puto Nazi, siempre con tus bromas….
-Calla moraco de mierda….
Sí, era normal que se escandalizarán las profesoras y que las alumnas se hartasen de reír mirando hacia arriba. Yo subí en el ascensor, esperando que no se parase y, cuando entré por la puerta, solo pude decirles.
-Como el Loco nos oiga este año no aprobamos ni de coña.
-Sí, muy cierto. Se acabaron las prácticas para ustedes….
El Loco nos había oído. Aunque he de decir que yo aprobé, ya otro día les explicaré cómo….
Comentarios