Pero he aquí que Enrique se ha sentado en nuestra mesa, la más concurrida del restaurante con 20 comensales. Y, como buena comida de empresa, y tras varias copas, las lenguas se han soltado... si es que eso hace falta en Cádiz. Así que, una de las comensales se ha dirigido a Enrique:
- ¡Oye!, estás más gordo que antes. En la tele se te ve más delgado
-¡anda señora! Y usted también estaría más delgada antes- ha respondido Enrique
-Tus muertos, cabrón- se ha escuchado desde el fondo de la mesa- que ahora soy yo el que tiene que aguantarla.
-Pero ¿como?
-Mira tío- le he dicho- mi coche tiene doce años y no tiene aire acondicionado, y mucho menos cd.
-¡Ah!- en el fondo pensaría que de coño le hablaba
-Y el otro día, pues mira, volvía de Cádiz para Las Calas y la radio no iba, no sé si por la tormenta o yo que sé. La cosa es que metí la mano en la guantera y puse una cinta de casette, de esas que mi hermano grababa para reírse.
-Pero, ¿que tiene que ver conmigo?- seguía pasmado
-Y yo iba solo en el coche, pensando en mis cosas y en mi mundo paralelo, como casi siempre. Vamos, con la caraha en lo alto. Y casi me quedo dormido al volante. Se me cerraron los ojos y, en ese momento, zas... “Si te quieres divertir, ven conmigo ya verás”... era Baila el Hula Hop. ¡Joder! Casi me salgo del susto... pero, al menos me desperté y llegué vivo a casa. Así que, Kike, gracias.
-¿como que Kike?
-¡Coño!, me has salvado la vida. Ya eres de mi familia.
Comentarios