Pero el Hetero además era gaditano. Con ese acento que tienen los de aquí, orgulloso de ser viñero y cadista. Carnavalero y caletero. Lo tenía todo para ser un personaje que destacase. ¡Y vaya si destacaba!. Aún recuerdo cuando los niños, con esa veracidad que da la infancia, le insultaban al grito de ¡mariquita! Y él, muy ofendido, volvía los ojos en blanco y se daba la vuelta graciosamente para apartarse de ellos.
Muy pronto el Hetero comenzó a consumir revistar pornográficas, tal vez para demostrar su hombría. Desde el Playboy hasta el Private, pasando por esas revistas que el definía como “de camioneros”. Curiosamente, aquellas que más le gustaban eran las que salían hombres acompañando a las modelos, y cuanto más bruta la imagen, mejor.
-Las otras me aburren, tan artísticas- decía
Además, comenzó a salir con todas las chicas que se cruzaron en su camino. El Hetero tenía un imán para las niñas y eso hacía que todos le envidiáramos, aunque por detrás muchos dijeran que era maricón (en aquella época eso de gay no existía). Hay que decir que no era feo, con su pelo lacio y largo, y esos ojos claros que enamoraban a todas. Su forma de ser, educado y delicado. Romántico como solo él podría serlo. Lo que en boca de otros hubiera sonado como una broma, en la suya parecía lo más normal del mundo. Aún recuerdo un día, cuando ya teníamos 15 años, que llamó por teléfono a una chica:
-Buenas, señora, ¿está su hija?
-Sí, un segundo, en seguida se pone.
-Hola ¿María?. Solo llamaba para decirte que esta noche he soñado contigo vestida de blanco caminando entre flores rojas. Y bueno, solo quería que lo supieses porque, amada mía, eres la mujer de mi vida. ¿Vienes esta noche al cine conmigo?
Aunque todo esto, su forma de ser, su imán, nuestras envidias, no evitó que el Hetero fuese uno más del grupo. No excesivamente listo, no excesivamente tonto. Lento en algunas cosas, siempre era el último en coger los chistes o en darse cuenta de las cosas. Y eso hizo que el Hetero estuviera en el centro de muchas historias. Algunas de las cuales podrán leer aquí. Pero, permitánme que no dé datos de su persona, que no diga donde ni cuando lo conocí. Si en el colegio, en
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Gaby