-Sepa donde está en cada momento su novia- rezaba el eslogan.
Y yo atónito mirando a la televisión. Pensé en llamar –entre otras cosas por la morbosidad de saber donde está mi novia y, sobre todo, quién es, aunque temo que ese dato no me lo dé la llamada- pero me contuve y solté una risa floja pensando en la cara de Bibiana Aído, la ministra gaditana de los miembros y miembras, viendo ese anunció. Pero, en el fondo, era una risa triste porque, que en pleno siglo XXI, en una sociedad donde la muerte de mujeres a manos de sus parejas y ex-parejas sigue a la orden del día, un anunció como el que me sacó de Sona debería estar prohibido. Por lo machista del eslogan pero, sobre todo, porque da una herramienta insuperable a aquellos que creen que la mujer es una posesión, que se puede usar en beneficio propio como si de un klinex se tratase. Sin tener en cuenta sus sentimientos, sus necesidades o, simplemente, sus derechos como persona.
La única esperanza que queda es que, como casi todas esas cosas que se bajan por sms, no funcione correctamente. Y, el sueño de que el programita de marras queme el móvil, y la oreja con él, de todos aquellos que sigan viendo a la mujer como un mero calentador de cama y cuerpo, una posesión de uso privativo, un animal de compañía que, además, plancha, cocina y folla.
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