
-¡No os lo vais a creer! ¡No veáis lo que ha hecho Nieves!
-¿Qué ha pasado? ¿qué ha hecho?
Nuestros ojos vagaban por su cuerpo, no siempre observando su rostro, buscando entre sus manos la verdad de su estado. Nos la imaginamos llegando, tal vez a hurtadillas, observando al hombre abrir la puerta. Dejándolos solos, esperándola. Nos contó que era su primera vez, que jamás lo había hecho antes. Que estaba nerviosa. Las piernas le temblaron y todo su cuerpo había comenzado a sudar como nunca lo había hecho. Había notado que la piel se le erizaba en la nuca. Una sensación diferente. Distinta.
Ahora sí, nuestros ojos se fijaron en los suyos. En su felicidad, que parecía crear un aura blanquecina sobre sus rizos dorados. Un sentimiento de reconocimiento y envidia se extendió por el grupo. Alguno dirigió sus ojos a sus manos, tal vez soñando despierto, viéndola tomarlo entre ellas, antes de chuparlo.
Y entonces, Nieves, pareció darse cuenta de nuestro estado. Comenzó a reír, antes de gritar al viento:
-¡Hay para todos!
Sacó los helados y los repartió entre nosotros, que agradecimos su audacia y temeridad al asaltar y rapiñar aquel camión de Frigo que surtía felizmente el supermercado de Roche.
Comentarios
Aunque sí que es cierto que con lo de Candy, Candy ya me parecía que tenía que ser un final light. Yo lo asocio a ser muy pequeñita y coleccionar cromos.
Cómo molaría ser esa niña que describes idolatrada por sus amigos... yo no fui nunca capaz de impresionar tanto a mis amigos...
Y no sé yo si eso de ser idolatrada por cafres como eramos nosotros era bueno o no.
Perdón por pensar que el final sería otro... un día malo quizás. Jeje.
Besitos.
Ahora en serio: lo mismo eras idolatrada por el otro bando, los frikis, estudiosos y estudiantes.
No siempre se puede tener todo: un cafre-friki como yo es un rara avis
¡Y que mal día ibas a tener!... jugabamos a la mente sucía ¿no?
Pues por suspender me preguntó el niño que me gustaba, que estaba entre los malotes, jeje. Para que veas...
En mi caso, tengo el honor de decir, que no me gustaba ni me entró nadie de mi clase. Claro que no había chicas -que podían perturbar nuestra mente y nuestras almas-